Podemos definir el Desarrollo Personal como un proceso de superación y crecimiento que nos ayuda a identificar nuestros verdaderos intereses y objetivos vitales para adquirir y potenciar los recursos necesarios para alcanzarlos y así dar sentido a nuestras vidas. Para realizar este proceso de crecimiento y desarrollo personal de manera plena, debemos tomar consciencia de cuáles son nuestros valores, de quiénes queremos llegar a ser, y comprometernos con nosotros mismos para promover los cambios necesarios para conseguirlo.
Al estar ligado a los valores y a los objetivos vitales, cada uno de nosotros entiende el desarrollo personal de manera única. No se trata de desarrollarnos plenamente en todas y cada una de las áreas de la vida (sería muy difícil y frustrante), sino de elegir aquellas que encajan con nuestra manera de entender la vida. Sólo de esta manera conseguiremos estar contentos y satisfechos con nosotros mismos. Así, mientras para algunas personas su carrera profesional es fuente de grandes satisfacciones, para otras lo son sus relaciones sociales y familiares, y para otras puede serlo su aspecto físico o su ética.
Como hemos mencionado, el desarrollo personal no depende de lo que tenemos sino de lo que somos, y más bien de lo que queremos llegar a ser y de la manera que tenemos de percibir y entender la vida. Así, hay personas que tienden a ir siempre más allá, salen de su zona de confort y van ampliando su desarrollo personar en diferentes facetas de su vida, y otras que, sin embargo, se encuentran bien como están y no se plantean la posibilidad de ir un pasito más. ¿A qué se deben estas diferencias individuales en la necesidad de desarrollo personal? Principalmente, a estos tres factores:
1. La Personalidad y Actitud

Una actitud positiva, proactiva, analítica y resolutiva favorece los procesos de desarrollo personal. Esto, unido a una estructura de personalidad estable y fuerte nos aporta unos valores y objetivos claros, y hace que nos sintamos seguros de nosotros mismos para conseguir lo que nos propongamos.
2. La Percepción de la vida

Hay personas que sienten que no tienen control sobre lo que les sucede en la vida, y desde esta percepción es difícil pensar o sentir que nada pueda hacerse para cambiar la situación. Otras, sin embargo, piensan que siempre se puede hacer algo, incluso en las circunstancias más difíciles, aunque solo sea elegir la manera de tomárselas. Esto les hace tener una mayor sensación de control, por lo que siempre se plantearán qué pueden hacer para estar mejor, es decir, tienen más presente su desarrollo personal.
3. El Entorno

Desde pequeños, nuestro entorno más cercano ha ido ayudándonos a construir nuestra personalidad y nuestra manera de entender el mundo, y de adultos estamos influenciados, además, por nuestro entorno social y laboral que, en función de sus condiciones, pueden convertirse en una gran fuente de motivación para nuestro proceso de desarrollo personal.
Fuente:centrodepsicologiademadrid